jueves, 17 de septiembre de 2009

“Listas sábanas”, sombrilla protectora de inútiles y corruptos

Las llamadas “listas sábanas” constituyen una sucia artimaña de los partidos verticalistas para que unos cuantos en sus cúpulas puedan decidir las nominaciones a los cargos electivos. Los financistas, los que atraen votos y los cuates de los dirigentes más encumbrados o de los jerarcas entran en los mejores lugares, luego sigue el relleno. Para lograr lugares con posibilidades electorales reales hay que, por supuesto, hacer méritos con las cúpulas, ser un lacayo, aportar dinero al por mayor o ser cómplice en algún fato “grosso”, entre otros “justificativos”. Las “listas sábanas” son, sin duda alguna, la causa del pésimo nivel político de nuestras autoridades electivas, tanto de las gubernamentales y municipales como de las partidarias. Cambiarlas por otro método es una necesidad impostergable de mejorar nuestro sistema político de partidos y de perfeccionar nuestra democracia. El Partido Patria Querida viene impulsando una iniciativa para el efecto. Es de prever que la resistencia a la propuesta será fuerte, ya que se pisarán muchos callos.

Las llamadas “listas sábanas” constituyen una sucia artimaña de los partidos verticalistas para que unos cuantos en sus cúpulas puedan decidir las nominaciones a los cargos electivos. Los financistas, los que atraen votos y los cuates de los dirigentes más encumbrados o de los jerarcas entran en los mejores lugares, luego sigue el relleno. Para lograr lugares con posibilidades electorales reales hay que, por supuesto, hacer méritos con las cúpulas, ser un lacayo, aportar dinero al por mayor o ser cómplice en algún fato “grosso”, entre otros “justificativos”.

En esas listas entra cualquier clase de gente. Por cada candidato más o menos aceptable se ubican cuatro inútiles, inmorales, oportunistas y vendedores de votos. El resultado del sistema está a la vista: mírese hacia las Cámaras legislativas y obsérvese qué clase de gente conforma la mayoría de sus bancas.

Las “listas sábanas” son, sin duda alguna, la causa del pésimo nivel político de nuestras autoridades electivas, tanto de las gubernamentales y municipales como de las partidarias. Cambiarlas por otro método es una necesidad impostergable de mejorar nuestro sistema político de partidos y de perfeccionar nuestra democracia.

Pero podría no haber votos parlamentarios suficientes para lograrlo. ¿Por qué?

La respuesta también es obvia: porque los senadores y diputados, que saben que nunca hubieran llegado a ser tales si no hubiera sido por las listas sábanas, son los que tienen que votar para modificar el sistema.

Hace varios años sucedió que algunos políticos jóvenes –los que después formaron el Partido Patria Querida– reunieron más de setenta y cinco mil firmas de ciudadanos que pedían se modificara el régimen electoral para sustituir el sistema que habíamos heredado de la dictadura stronista por otro más democrático: el de las listas abiertas, consistente en que ya no sean las cúpulas partidarias o de movimientos las que digitaran los integrantes de las listas para senadores, diputados, concejales y otros cargos, sino que se dejara esta posibilidad para que los electores lo hagan por sí mismos.

Por supuesto, el proyecto fue rechazado. Se adujeron muchos “inconvenientes” para que tal proyecto sea llevado a la práctica, pero en el fondo, lo que en verdad preocupaba mucho a los políticos ya instalados en los cuerpos colectivos del poder, era que con tal sistema la mayoría de ellos quedaría fuera por ineptos y/o corruptos en las próximas competencias.

En este momento, el Partido Patria Querida vuelve a presentar un proyecto de ley con el mismo objetivo, el que, además, contiene otra propuesta importante: que las personas que adquieran la ciudadanía por el cumplimiento de la edad mínima (dieciocho años) sean automáticamente incluidas en el padrón electoral nacional sin que tenga que mediar el trámite de la inscripción en el Registro Cívico Nacional de la Justicia Electoral, con lo cual se ahorrarían muchos esfuerzos a estos ciudadanos y recursos económicos a dicha institución pública.

Igualmente habría que ver si a los políticos profesionales que se encargan de los tejemanejes electoralistas les conviene esta modificación, porque con ella muchos operadores partidarios quedarán sin trabajo. En este momento, y según el régimen que se halla en vigencia, muchos de estos “profesionales” se cotizan en el mercado electoral de acuerdo a la cantidad de boletas de inscripción que logran anotarse en sus fojas de servicio. Como se puede entender fácilmente, la resistencia a esta segunda propuesta del Partido Patria Querida será tan fuerte como a la primera, ya que se pisarán muchos callos.

Pero si no se admite la necesidad de evolucionar hacia formas democráticas más abiertas, más auténticas y menos oligárquicas dentro de partidos y movimientos, se está dando la razón a los que acusan que las personas que nos representan en el Congreso y en otras instituciones públicas no son representantes populares sino de cúpulas semimafiosas acomodadas e incrustadas para perpetuarse en sus pequeñas, medianas o grandes esferas de poder y así mantener sus privilegios, prebendas y negociados por el mayor tiempo posible. Argumento útil para quienes propician otras supuestas formas de “democracia” porque la que tenemos “no representa al pueblo sino a las oligarquías”.

En consecuencia, los que se opongan a estos proyectos de perfeccionar nuestra vida política no se quejen después si surgen fuerzas sociales violentamente revolucionarias, capaces de convencer a muchos de la ineficacia y falta de representatividad de nuestras instituciones, y de la necesidad de comenzar inmediatamente con la destrucción o “arrasamiento” de ellas, como ya se ha anunciado más de una vez.

Si esa desafortunada situación llegara a producirse, todos sufriremos las consecuencias de la ceguera egoísta, malintencionada, fraudulenta y antidemocrática de quienes persisten en el régimen de “listas sábanas”.

Por lo tanto, apresurémonos nosotros en hacer las rectificaciones en forma inteligente y pacífica, aunque les pese a los que hoy se benefician tranquilamente de la situación.


Fuente: http://www.abc.com.py/2009/09/06/seccion/editorialabccolor/
Fecha: domingo 6 de septiembre de 2009


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